lunes, 28 de mayo de 2007

Génesis, capitulo 19, versículo 16

El ruido de los pasos hacia la puerta era terrible y dramático. El paso lento, decidido, fuerte (siempre), aunque cabizbajo. La mirada dirigida hacia el paso inmediato, evitando los espejos. Y el sonido de la puerta al abrir fue un chirrido desgarrador... un gran alegato desde la acusación hacia su culpabilidad.

Lo miró por última vez, y lo vio enorme. Tan enorme como la primera. Y no se trataba de una persona que mirase atrás, todo lo contrario. Se trataba más bien de alguien que por su trabajo estaba acostumbrado a frivolizar. Pero esta vez tenía que hacerlo. No es que fuera necesario, más bien inevitable. Recordó aquel pasaje de la Biblia en el que alguien huía de no sé qué ciudad, y pese a las advertencias divinas miró atrás, recibiendo el inevitable juicio de Yahvé. Su juicio y su condena.

Configuraba una extraña estampa, más que nada el silencio. El silencio y el humo aun latente de los cigarrillos. Mientras miraba atrás, algo en su alma, se volvió de sal.Pero las órdenes fueron claras y precisas. Ahora todos estaban muertos.

Puso los pies fuera del piso, cerró la puerta de una manera seca y decidida, y esperó al ascensor.

Cucaracha Amarilla( El Aviador)

domingo, 27 de mayo de 2007

Declaración de principios

-¿Y dice que está tal y cómo su hija la dejó?
Ellos, consternados, asintieron con la cabeza.
La habitación estaba pulcramente ordenada. Ni ropa sucia, ni colillas en el cenicero, tan solo un papel algo arrugado encima de la mesa rompía con el orden matemático y mudo de aquel cuarto. Incluso el panel de corcho que contenía mayoritariamente fotos de ella y sus amigos estaba organizado por columnas, manteniendo una armonía visual que rozaba la artificialidad.
El detective avanzó sobre la alfombra rosa y cogió el papel con ambas manos:

Las camas no fueron inventadas estrictamente para dormir, quizá para compartir la piel, pero seguro que noi para ver la televisión desde ellas. Su única finalidad real es la de servir como soporte para los sueños, una suerte “aeródromo onírico”, si se me permite la expresión. De ahí que las personas utilicen almohada - a veces incluso montones de cojines, puesto que son colocados para que la cabeza esté algo orientada hacia arriba y que así éstos-los sueños- salgan disparados hacia arriba. Este es, pues, el origen de las nubes. Yo, que paso el día soñando, podría ser la causante de la mitad de las lluvias si no fuera por que mis nubes son solo de sueño y no contienen lágrimas que las oscurezcan, pues no hay tristeza en mi interior”.

Disimulando el desprecio por lo que acababa de leer, el detective con 24 años de profesión a sus espaldas hizo gala de su experiencia y, muy serio, afirmó:
-Pues esto descarta el suicidio. Su hija debió ser asesinada.
Tras dedicar unas cuantas palabras de consuelo a los padres y prometerles confidencialidad absoluta, salió de la enorme casa y montó en el coche.
-Mierda, es la última vez que acepto un trabajo de este tipo de gente, realmente esa niñata merecía morir.


Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, un hombre se deshacía de las pastillas antes de coger el autobús hacia el aeropuerto. El crimen perfecto, se dijo.
Y una mierda, contestó el detective, solo que aquel hombre no le escuchó por esa barrera que es a veces el espacio-tiempo.

Aún así, el detective acabaría por convertirse en un cómplice inesperado, volviendo al día siguiente a la casa de los padres para rectificar su veredicto del día anterior:
-¿Sabe qué, señora? He estado estudiando a fondo el caso de su hija y siento comunicarle que todas las pruebas indican que fue un suicidio –mintió.
-Pero… anoche usted dijo que…
-Las pruebas son irrefutables. Lo siento. Dígale a su marido que tiene 48 horas para ingresarme el dinero acordado- dicho esto, dio media vuelta y se largó hacia el coche.
Una vez dentro, puso la radio y condujo hasta llegar al bar.
-Te digo, Nick, que esa película ha hecho mucho daño a las niñas de hoy en día. Haz el favor de ponerme otra copa.
-No tengo ni idea de qué mierda es esa “Amelí” de la que hablas. Ni me importa. Mira, tío, no sé por qué te dedicas a esto si siempre acabas justificando los asesinatos. No se trata de esa chica, tú lo que tienes es un problema con la gente, maldito hijo de puta, y algún día te van a pillar.
-Eso se merece un brindis.

Cucaracha homicida (G. Kovitz)

martes, 22 de mayo de 2007

448



Hace un rato ella era brisa
La noche baila afuera sobre el asfalto mojado
Hace un rato ella era viento.
Los charcos que antes pisamos reflejan ahora estrellas
Hace un rato ella era tormenta

Teclear despacio y no despertar a Alicia.

Hace un rato espalda mojada golpe herida labio piel
Y Yo, .yo......no........era...........nada.

domingo, 13 de mayo de 2007

La Alineación de los planetas

Se estaba masturbando.

El ventilador del techo daba vueltas y más vueltas, y le parecía que en la oscuridad de la noche era complicado adivinar a cual de las tres velocidades iría el ventilador. Resultaba desconcertante el hecho de imbuirse en un ambiente tan veraniego a estas alturas de octubre. El ventilador giraba, en la calle el calor era sofocante, y la oscuridad cavernosa de la habitación solo era puesta en duda por la luz amarilla que entraba a través de la ventana, irrumpiendo como el sonido de una escopeta de cañón recortado en una de las muchas sucursales del Zentralbank.

Por un momento, tuvo la visión de que se trataba de un cuadro del barroco italiano, uno de esos cuadros llenos de claroscuros cargados de simbolismo religioso, de posturas forzadas y dramáticos y expresivos gestos. Pensó en un titulo para aquel cuadro, aunque se tiró al tópico fácil de frases de doble sentido, evidenciando la actitud del pintor. “El día que se me ocurra un buen título, entonces pintaré el cuadro”.

Llegados a este punto, se hace necesario explicar que había llegado a un estado en el que su cerebro se había disociado completamente. Por un lado, su parte menos reflexiva estaba centrada en el acto en sí. En recuerdos, acciones anteriores, en hechos relacionados. Sin embargo, y completamente fuera de control, su parte más racional divagaba a sus anchas, como quien comienza a adoptar extrañas posturas en el sofá de una sala de espera.

Tres segundos antes de que el orgasmo comenzase, tuvo la sensación de que estaba alcanzando otro nivel. Era como si todas las acciones que estuviesen ocurriendo en aquellos momentos en su universo tuviesen que ser necesariamente así. Dientes perfectos de un engranaje. La velocidad indeterminada del ventilador. El estridente chorro de luz desde la calle. Los pasos de los transeúntes noctámbulos. La luz azul que reflejaba en el vidrio de su puerta desde la televisión del cuarto de sus padres. Los ronquidos de su abuelo en la habitación contigua. Y las sirenas de la policía, muy lejos.... que estaba viviendo un momento único e irrepetible, como el sexto segundo del sexto minuto de las seis de la mañana de junio del año 6666. Los planetas acababan de alinearse.

Fue al cuarto de baño, se aseo un poco y se acostó. El cerebro ya no funcionaba, todo le resultaba de lapidante color blanco. Se durmió sonriendo.

Texto: Cucaracha Amarilla (Vladimir Iosevic Poliakov Andropova)

Fotografía: Cucaracha Inspiratriz (Aída Quiensinó)



miércoles, 9 de mayo de 2007

Buscar a oscuras

Son los hilos de voz mentolados
y las pupilas de los fantasmas,
......................................de andar errante,
quienes duermen esta noche en mi estómago.

Me piden fuego en las noches de hierro,
y sus pestañas,
...........................alfileres de hielo,
desayunarán [[mañana]] en mi alfombra.

Que me queda sino bendecir la mesa.

Cucaracha homicida (G.Kovitz, ventoso)

viernes, 4 de mayo de 2007

Agonizando Abril

Tejados improvisados para pieles destempladas
Furia, pausa, furia, silencio.
Senderos abstractos hacia imágenes lejanas igual de abstractas.
Más arriba, dices.

Alocada la marisma, inquietos los ánimos
Coses, descoses, coses, descoses
Y son esferas marrones las que guían tu aliento afrutado
Las calles, ah, las calles.

Acusas al caribe, a mis escritos náufragos
Esta noche, sí, esta noche: palabras.
Así estarás colocando cepos
Al amanecer recogerás tus presas con una sonrisa.

El hombre que nunca estuvo allí,
Asegura que, aquella noche
tú tampoco pensabas en nada.

Cucaracha homicida

miércoles, 2 de mayo de 2007

Tuaregs

Al girar la esquina te espera un universo hostil, y de nuevo desconocido. Los diez primeros pasos son siempre los más difíciles. Tras una larga espera en la que te quedaste en una especie de limbo amargo, caes en la cuenta de que lo único que consigues con todo ello es ver el objeto reflejando la luz solar, proyectando las imágenes sobre tu pupila; sólo una simple visión y ya esta, sin la capacidad de interactuar, con ello. Una realidad-museo. No tocar.

Media vuelta, y casi eres capaz de vislumbrar donde esta la diferencia entre aquí y allí. Como cuando el agua de un río va a parar al mar, y se produce el paso de agua dulce a la desconsolada inmensidad oceánica; los buceadores y buzos experimentados cuentan que por un momento te quedas ciego. Se trata de algo así. Ceguera. Y a ciegas, recorres los 12 primeros pasos, sin saber exactamente como estas ocurriendo las cosas, y a la que te descuidas ya has salido del edificio y estas en campo abierto.

La ciudad ha descendido por lo menos 2 metros con respecto al nivel verdad. Los edificios del centro se perfilan como altos y afilados, horribles y sedientos colmillos. Horribles, sedientos e impersonales. Lo que debe de sentir la carne antes de ser picada dentro de una mulinex. Y sin embargo, eres incapaz de computar toda la información que de pronto, en una explosión orgiástica de sucesos, una explosión que te lapida. Tu cerebro solo es capaz de poder asimilar estímulos, la mirada fija de un desconocido, una paloma blanca sobre un suelo blanco, la figura del semáforo parpadeando, y la sensación del tráfico fluido. Cruzas la calle antes de que se ponga en rojo.

Por un momento eres capaz de objetivizar, y miras el reloj para ver que horas es y si llegas tarde. De hecho llegas demasiado pronto. Poco a poco vuelves a ser tú, y vuelves a mirar el mundo con indiferencia. Frío. Ajeno a todos ellos. Y vuelves a recuperar el tu paso habitual. Hay una diferencia radical entre pasear y caminar hacia un sitio, ya no solo en la velocidad del paso, sino en la percepción de la realidad y en la mirada del perceptor.

Quien pasea observa, admira, se admira, recreándose en todas y cada una de las partes de la calle, desde el contenedor más sucio hasta la ventana más azul. Quien camina, tiene un objetivo, una meta, un fin, y sobretodo, tiempo, tiempo que cada vez es menos y no debería de perder. Prisas. Ahí esta la diferencia, quien observa, lo hace de algún modo, aunque sea con maldad. Quien camina, simplemente tiene prisa. Pero el paso del paseante al caminante no es algo radical. Empiezo a pensar que nada lo es. Se trata de un hecho paulatino. Aún quedan muchos días para que dejes de pasear con la mirada (nunca dejarás de pasear con la mente).

Recorres calles, travesías, avenidas, cruzas plazas, puentes, y pasos subterráneos. Laberintos de rutas que te traen inevitables recuerdos que rebasas pero que te alcanzan en otros lugares, como quien trata de ignorar a su propia sombra. Como quien trata de ignorar el sol en el desierto.

Pero estás ya muy cansado. Mucho, y no puedes seguir caminando, justo ahora que llegas a tu destino. Menos mal. No pongas esa cara. Te invito a una cerveza.

... En el otro lado de la ciudad, el tren arrancó hace ya rato, llevándose consigo otro viajero hacia otro lugar.

“En el desierto del Sahara, dos granos de arena son arrastrados por el viento, con trayectorias paralelas”

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov)