sábado, 27 de septiembre de 2008

KARMA-POLICE

(Daré las explicaciones cuando y como me de la gana).

Perteneciente a la colección de cuentos "Radiohead:Grandes exitos". La recomendación de la casa es que primero busquen la canción, y mientras suena de fondo comiencen con la lectura. Lo apropiado ahora sería decir disfruten, pero prefiero que lean.


El vagón de metro avanza veloz por las vías, chirriante, dejando un rastro de chispas eléctricas que iluminan brevemente los túneles de metro de la ciudad, allí donde reina una oscuridad total. Es como observar a un pequeño asteroide en un punto del infinito espacio en el que no haya estrellas, ni nada que produzca luz salvo el mismo… como si estuviese atravesando un agujero negro. Hace ya mucho que la parada no aparece, y cualquiera diría que el maquinista se ha perdido, que las paradas ya no existen, que todo ha desaparecido menos el vagón, la oscuridad y sus tripulantes…

El compartimiento está casi vacío, debe de haber unas 4 personas en total. Los asientos, en colores tierra y crema, están destrozados y pintarrajeados, así como los cristales del vagón, de manera que ni siquiera puede observarse con tranquilidad la eterna oscuridad exterior. La luz fluorescente parpadea de manera arrítmica y caótica en oscura armonía con el traqueteo de las ruedas y las vías.

Un segundo observa a un tercero en el vagón de metro, durante bastante rato y con total fijación. Esta repantigado con las dos piernas subidas haciendo extraños sonidos con la garganta. Debe tener asma. Se subió hace dos paradas y tras ojear un periódico gratuito, arrugarlo, y tirarlo al suelo, al ver que el tren no paraba, se ha ido cambiando de asiento todo el rato y dando nerviosos paseos a lo largo del pasillo hasta que finalmente se ha sentado en el tercer hueco de asientos, de lado, mirando fijamente a la chica rubia que masca chicle y juguetea con el móvil, ajena a su depredador. Su mirada es agresiva, y tiene el ceño fruncido, como de molestia constante. Pero ella no se siente para nada observada, o le da igual, o por lo menos actúa como si no se sintiera nada o como si no le molestase; o es muy feliz o todo se la trae un poco floja (en realidad no lo sé, esto ya es opinar por opinar).

Finalmente aparece la lúgubre luz de la parada de metro, ella sale con cierta prisa y el por supuesto sale detrás. Para ticar en la salida se pone justo detrás de ella, mirando hacia arriba como si la cosa no fuera con él, como si no la estuviera persiguiendo, mirando al techo, silbando una canción que se inventa sobre la marcha. A través de multitudes los dos utilizan las escaleras mecánicas para salir y bajo el desagradable sol de finales de octubre (blanquecino, moribundo, que ciega y no brilla). Los coches con prisa se desesperan en las innumerables rotondas, el aire es frio y sucio como la escarcha del extrarradio, la gente resignada fuma en la puerta de sus trabajos, el ambiente es hostil. Y mientras él le persigue a ella en un plano secuencia interminable, en el que cada vez los dos objetos de esta persecución se hallan cada vez más cerca. Él se mete la mano en los bolsillos buscando algo que no encuentra, y ella incomprensiblemente recude aún más el paso.

- Bueno, ya vale ¿no?- me dice el chaval, que ante de mi gesto de sorpresa continua en su indignación- ¿te crees que soy gilipollas o que? No paras de mirarme desde el metro- Balbuceo. La rubia permanece en su sitio, enviando un mensaje te texto y mirándome como si fuese un pervertido- Mira tío, llevas tocándome los cojones un buen rato. Si no quieres nada, deja de seguirme o te reviento a ostias.

Reanuda su marcha a paso ligero, bastante cabreado y mirando para atrás observando que no le sigo. Se ajusta el gorro de lana en la cabeza y desaparece en la primera esquina. La chica rubia permanece mascando chicle y con el móvil, apoyada contra una señal alado del callejón del mercado. Su rostro acusador se va como llegó, mientras vuelve a enajenarse de todo así en general. Comprensiblemente avergonzado yo retomo el mío.

Camino en dirección al video-club (debo de devolver “en la ciudad de Silvia”, una película si se me permite infumable, minutos de mi vida tirados a la basura). A veces en la vida te sorprendes haciendo cosas repugnantes, estúpidas, o simplemente impropias de tu conducta. De todas formas ¿De que conducta estamos hablando y bajo que circunstancias? La gente suele hablar de la conducta habitual identificándolo con la conducta “correcta” o “moral”, y esto no tiene porque ser necesariamente así; no sabemos cual sería nuestra conducta en cualquier situación, tan solo realizamos una proyección moralista en una hipotética (y nos convencemos a nosotros mismos de que actuaríamos así), bajo una lógica y un sentimiento controlado. Así cualquiera… Tal vez esto es propio de mí. ¿Y qué? Continuo caminando, me reflejo mal en los cristales de las tiendas de comestibles rusas. Tal vez toda esta reflexión sea una forma de justificarme, una forma de evadir mi sentimiento de culpa al descubrirme haciendo esto. Un intento de evasión inútil por otra parte. ¿Ha sido algo voluntario y premeditado? ¿O algo más subconsciente? Yo quería seguirles, pero no me sentía como si les estuviese persiguiendo, no con malas intenciones…

La culpa, pero sobretodo la vergüenza debe de ser enorme, porque noto un par de ojos clavados en mi espalda, antecos a todo lo que digo y a todo lo que pienso, siguiéndome paso por paso. Debe de ser la culpa. Seguro. Hasta donde puede llegar el cerebro cuando quiere, porque oigo pasos a mi espalda, pasos que me siguen por muchos rodeos que esté dando. Busco tiendas abiertas, para meterme dentro y saber si me siguen pero aquí solo hay portales, portales y más portales. Doy con la plaza, me meto por dentro de los laberintos de las mesas de las terrazas de los bares, haciendo eses, y oigo como se apartan las sillas metalicas a mi espalda. Pero necesito asegurarme, porque yo no me atrevo a girarme

El karma me ha encontrado rápido. Es un juez eficaz e implacable en sus veredictos, cuando quiere claro. No le basta solo con el sentimiento de culpa. La culpa nunca es suficiente para el jurado y el juez, ni por supuesto para las victimas. Hay victimas que nunca tienen suficiente. Una vez he descendido las escaleras del videoclub lo comprendo todo. Sí, he sido perseguido desde mucho antes de mi culpa. Llevas persiguiéndome desde que comenzó el relato...

-Todos estamos hechos del mismo barro.... ¡barro!- Dr. Zivhago

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La Habana: No se puede vivir del Recuerdo

La segunda parte de Mujeres, titulada “Mujeres (Nocturno)” es sin duda más larga e infumable que la primera. Además, en ella hay muchas mas mentiras, y se adapta mucho peor al formato blog. Además me han dicho que tiene sangre Judía. Por ello queridos amigos, he decidido no publicar la segunda parte de mi relato (en realidad es un único relato que hice muy mal en separar, nunca debió separarse), y por otros motivos que me reservo. En fin, en vez de eso, y siendo conscientes de que el curso académico comienza y todas esas mandingas este es mi ultimo relato Cubano. No se puede vivir del recuerdo.


El mar es impactante y simpático a la vez, tranquilo y sugerente pero innegablemente azul. Una masa de color uniforme se extiende hasta el infinito, casi sin olas, tan solo las de rigor para que no le quiten el calificativo de océano al Atlántico en Cuba. Y cuanto más lejos miras, más uniforme parece todo aquello. Un color, solo uno y nada más. Y también el sol, que aprieta pero no ahoga, y sobretodo refleja en aquel mar en trance.

Los turistas (si, si yo también) han caído en la trampa, y se han dirigido hasta el otro lado de la bahía para ver el morro y el faro, la fortaleza que Carlos III construyo al recuperar Cuba de los ingleses, para nada, todo sea dicho. Compran carísimos botellines de agua, caminan bajo el sol, y observan las caras baratijas pesando en familiares y allegados: collares, tortugas talladas en madera, figuras casi humanas, cajas de puros, boinas revolucionarias… no falta nada. Al fondo, la carretera a playa del este se pierde y reaparece en varias colinas hasta que finalmente se ve un lugar al que llaman “A la mar”. Mucho y muy diverso he oído de aquel lugar, desde que es un fracaso de proyecto urbanístico, pasando a que allí marginan a la población que echan de la habana vieja hacinándolos en condiciones carcelarias, a oír que es una vivienda digna y un lugar muy decente para vivir, pero esa es otro historia.

Yo estoy, más que sentado depositado en el faro. A decir verdad no estoy mirando nada. Estoy algo cansado, he caminado mucho. Visité el barrio chino de la Habana, luego la iglesia ortodoxa, luego cogí un ferry para ir a Casablanca (villa o barrio que se sitúa al otro lado de la bahía de la habana), y de allí fuimos caminando hasta el faro. La maravilla y yo. Sólo pretende ser amable conmigo. Qué lastima. Tras una larga caminata bajo el sol, y todos los escalones del faro, y las fotos de rigor (le encantan las fotos), se me ocurrió la idea de sentarme. Ella también decide sentarse, y por lo menos yo me quedo un buen rato absorto, tan en trance como el Caribe que observo. La brisa del mar me refresca, y convierte al sol en solo luz.

- Óyeme Pepe, ¿por que no te afeitas la barba?
- ¿No te gusta?
- Pareces muy viejo. ¿quieres parecer mayor?
- No, no es eso, para nada. Me olvide la maquinilla en casa y…
- Ay pues un día vamos al barbero que…
- No… me gusta así, creo que me la dejaré un tiempo
- Pero que aquí hay barberos muy buenos. Te sientas y te ponen la espuma y te dejan bien apuradito
- Ya pero no sé- me retuerzo los pelos de la perilla- le estoy cogiendo cariño


Pronto la autoridad del faro llega, y nos advierte de que no podemos seguir allí sentados. No da explicaciones. Es un mito eso de que todos los caribeños son simpáticos. Supongo que el carácter va mucho más allá de lo cultural, ya que aún no he oído hablar de un lugar donde no existiera un antipático.

La maravilla nos apura para que nos marchemos. Yo le pido que espere un momento, porque sigo absorto, completamente atrapado. Ojala el tiempo se detuviese aquí y ahora, porque sin saberlo, todo lo que mi cerebro almacena, va desapareciendo y convirtiéndose en una tabla rasa, igual que ocurre al mojar una tabilla de barro. Estoy completamente alisado. No tengo recuerdos, no tengo pasado, no tengo sentimientos, ni apreciaciones, no tengo planes, no tengo futuro, no tengo ningún sentido, y no estoy mirando nada. Solo permanezco. Y extrañamente me siento en un orden total, un orden que hacía ya demasiado tiempo que no experimentaba, y que anhelaba.

Comprendo que no se puede vivir del recuerdo, y solo de la experiencia del ahora. Comprendo que no se puede vivir del recuerdo, y que tal vez vivir, en el sentido absoluto de la palabra, solo se pueda realizar prescindiendo del mismo, prescindiendo de muchas cosas… Creo que he llegado al final de mi escapada, y que después de todo esto comenzará otra. Estoy en lo alto de una parábola, en el mismísimo punto de inflexión.

Voy a arrepentirme cuando me levante. Cuando lo haga, voy a arrepentirme mucho

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Literatura Pulp - Simulacro fugaz [ 5 días] . Relato de terror

Despertó de madrugada, sudando, buscó el reproductor entre los pliegues de la sábana mediante una serie de movimientos perezosos. Lo encontró debajo de la almohada, sin batería. Empezó a inquietarse y pensó en salir del cuarto a por un vaso de leche tibia. Desde su puerta el pasillo resplandecía con una luz extraña provinente del salón, situado al otro extremo del corredor.
Recorrió los siete metros inmerso la oscuridad halitosa y pudo ver como en la mesa del comedor alguien había dejado su ordenador encendido. Resignado, procedió a revisar su correo.

Lo encontraron muerto al día siguiente. (música de terror)

From: Ojos de gata
To: -
Subject: RE-cordar, del latín "recordis": volver a pasar por el corazón (Eduardo Galeano "El libro de los abrazos)

Date: Thu, 31 Jul 2008 23:25:31 +0000

desde lo más profundo del insomnio que mantengo le respondo señor pues agradable resulta leerle, a la par que sorprendente,....pues pensé q la nena JMÁS le daría mi notita...lo juro x snooopy


¿importancia de la música en su vida? según Niestzche-(nombre , el cuál nunca sé escribir, ni he podido con el anticristo,) yaaaaaaaaaaaa, comencé muy fuerte, lo sé, es porque según mi psiquiatra soy hipomaníaca-ya sabes-como Jack Nicholson en la peli "Mejor imposible", me gusta que vd.intrigado se encuentre, yo indagué sobre su persona, pero...muy poco,pues,confío en las co-incidencias y no es tan insoportable la espera (ni la levedad del ser)

"que cada uno siga su destino, cada uno en su lugar.....Bunbury" Vd. perdone pues escucho joaquin, Sabina mientras le leo, he dormido 2 horas y cigarrillo de vainilla en mano en mano, esta noche lo estoy celebrando, he conoccido otra faceta nueva de mí, me encanmta re-descubrirme, mimarme, tocarme, lamerme, pintarme, cosquillearme y...

por selene me conocen mis allegados

por aubergine mis amig@s del liceo francés

por Trinidad my "girlfriend"

por paleta my sweet-honey

por Ququ mi sister(jejeje, ella es kuku y para querernos decimos queso y eso -x la vergüenza de peuqeñas de decirnos te quiero)

por mima mis papis

por la maga mis coleguillas argentinos

por inma los extraños q faltan por co-no-cer,


por amelie els amics alternatius-modernos q ahir tractaren de lligar en lkes teues xiketes, tranquilícese, estuvimos a punto de: 1.ir de after, pero una quiso abandonar el barco y como el titanic todas nos fuimos al fondo,


(jejejej, al igual q BUcowsky, tengo varios alter-egos o polifacetísmo, me encamta inventar palabras, sorry ahora no recuerdo el verbo, estoy más espesa que bob, bob esponja que vive ne la piña debajo del puente, no gari???


Esteban se llamaba mi diario, por "Todo sobre mi madre " de almodóvar, y si quiere conocerme puede ver:


Noviembre dulce
Amelie
clementine
y 1 de almodovar "mujeres al borde de 1 ataque de nervios", carmen maura...si,si,si...
o escuchar "Sin embargo" de Joaquin Sabina
o COMPLETAMENTE LOCA de alejandro SAnz (snif snif..)
cómo lee, adoro la música, el cine y los libros por ese orden según épocas, y el psicoánalizarme...en fin, too much information x today, i think so...

p.d. rescató mi bolso xq me volví loquita x Natalia, su amiga, y encima en mi coralito (my car, q antes era 1barco-pirata), sonaba el freak-show de Bunbury...peco de despistada pero...

¿Acaso existe la perfección)

2ª p.d.mejor q rayuela, historia de cronopios y famas...

sweet, sweet drreams my little friend




jueves, 4 de septiembre de 2008

La Habana: Mujeres (diurno)

Muchachos y lectores. Esto también es otro escrito. El segundo publicado en este blog, y uno de los muchos que itnento mecanografiar. Es denso, es largo, es personal y no refleja fielmente la realidad. Así están las cosas. Metiendonos un poco en farina, os diré que es la primera parte de un largo cuento que nunca debió separarse, pero así es el formato blog. La semana que viene publicaré la segunda parte. O no. Y os advierto, no va de política. Dejo lo mejor, o por lo menos la sangre, para el final. Así que damas y caballeros con todos ustedes.







A Giulio o Julio, se le encendieron los ojos, se le abrillantaron las pupilas y se le llenaron de dulce malicia mediterranea, lo mismo que cuando oyeron las palabras ron cubano, y más aún cuando escuchó la palabra mulatas.
(…)
-Dijo usted ron y mulatas, ¿mon capitain?
-Oui Monsieur. El mejor ron del mundo. Y quizás las mulatas más deliciosas del hemisferio occidental. Las hay deliciosas, hermosas, sensuales, divinas…

-Humberto Arenal-


El día comienza, como siempre, con el ruido del ventilador a mínima potencia y con las sabanas a las que me he ido enroscando durante la noche. Los párpados se me despegan y despierto en una habitación que se me ha vuelto familiar con mucha facilidad. Alguien ha entrado en mi cuarto durante la noche, o tal vez hace un rato, y cerró la puerta del cuarto colocando un paño de tela doblado en el cierre. No vagueo demasiado sobre el colchón, me pongo en pie y abro la puerta. Y apago el ventilador.

Sobre la mesa un vaso de plástico, de un color que no puedo bien definir, el cual se que esta lleno de algún batido de fruta tropical. Camino descalzo por todas las baldosas y atravieso la puerta de madera tipo far west que separa las dos partes en las que podríamos dividir la casa. Vivian duerme en una de ellas, y yo en la otra. Está en la cocina, terminándome de preparar el desayuno. Me lleva colmando de atenciones desde que vine, y me alimenta como si tuviese el propósito de venderme en una feria de ganado, pero siempre con mucho amor. Y yo me lo como todo, porque soy un muchacho agradecido. Y solo por eso.

- Buenos días- digo con la voz que aún se está acomodando a funcionar
- Hola mijo- cariñosamente me sonríe y continúa preparándome plátano frito poco troceado y con mucha sal, como a mí me gusta- ¿Dormiste bien?
- Estupendamente. Tienes batido de fruta bomba* encima de la mesa
- Vivian, yo no estoy acostumbrado a desayunar tanto
- A pues te lo comes. Tú mamá confió en mi estos días para que yo te alimentase bien. Además que el desayuno es lo más importante y me prometiste ayer que hoy comerías todo lo que dijese que ayer no desayunaste- Cautivo y desarmado me retiro al lavabo a lavarme la cara y las uñas, sonriendo. Es estupendo que te obliguen a hacer algo que te gusta.

No me acompaña a desayunar porque tiene que preparar la comida de Miguel Humberto, un niño de dos años al que cuida durante toda la semana todas las tardes (y en vacaciones todo el día) desde que el sujeto en cuestión tenía ocho meses. Creedme, aguantar al crío en cuestión es bastante complicado. Tiene más edad que mi madre. Se pocas cosas de Vivian. Pocas cosas concretas. Tan solo una de las muchas líneas argumentales de su vida. Que me encanta su pudín y su congrí*. Que es una mujer fuerte y muy temperamental. Suele dar ordenes, es todo un carácter (muy acorde a su físico que me recordaba a Andalucía), pero la mayoría de los imperativos que emplea conmigo tienen siempre un cariño implícito el cual me impide decirle que no. Es como comer uno de esos cacahuetes con miel y sal. Me gusta Vivian. En los pocos días que llevo aquí la considero como un miembro de mi familia, al que hacia mucho que visitaba pero que el tiempo no hizo que la proximidad se perdiese. No una tía, ni una abuela ni una madre. Algo distinto pero mío.

Atiende a unas visitas en la sala de la televisión pero se preocupa de que todo esté bien. Después de comer los huevos fritos con la clara revuelta en cebolla y jamón, y de haberme manchado todo el bigote del batido de fruta bomba que me he bebido casi de un trago, la puerta de fondo de la casa se abre y aparece ella, una fugaz sombra que no es capaz de saludar antes de haberse aseado un poco. Pero dos minutos después, cuando degluto los tostones, ella abre las puertas del otro lado de la casa.

“¿Qué bolá mi Santi? ¿Dormiste bien?” Me fulmina con una sonrisa a la que yo no soy capaz de responder. Su pelo negro tintado de mechas pelirrojas que se van decolorando hacia el rubio está cubierto por una gorra del equipo de baseball de industriales. Tan andaluza de parecer como su madre, morena de piel, y de ojos rasgados y negros, fue bautizada por Bruno como la Maravilla. Apodo que mantendré secretamente. No capta mis halagos, me saca más de diez años, y ha vivido mucha vida como para fijarse en mí. Le encanta el deporte, todo él, y es capaz de levantarse a las seis de la mañana para ver un partido de baseball. Como su madre también, todo un carácter, combinado con un pensamiento de la vida al que yo calificaría de números*, tiene el suficiente cerebro como para equipararse a cualquier persona que tiene escrito en su cara “yo leo a Schopenhauer”. Sin embargo desprecia esas formas de intelectualidad, y toda forma de excentricismo. Me desprecia a mí, aunque a la vez me tiene cariño, y nunca se pararía a leer este blog. Es perfecta. Me muero por darle un beso en la mejilla para darle los buenos días, y sin embargo me moriría si lo hiciese. Me muero por que me obligue a aprender a bailar, para ponerle mala cara y decir que me da mucha vergüenza y que no puedo hacerlo. Y sospecho que ella sabe todo esto, pero tampoco es muy dada a los cumplidos. No tengo ninguna posibilidad con ella y ello resulta adictivo. Ya me lo dijo su madre cuando le dije que me gustaban las chicas con carácter: “eres un masoquista”.

La maravilla se sienta conmigo mientras desayuno y yo me dedico a decir estupideces con la boca llena. Brillante estrategia, si. Le cuento mis planes del día. Ella irá al trabajo, y esta noche no podrá acompañarme por ahí ya que hay un partido de pelota, entre Cuba y China Taipei (Taiwán). Escojo mi ropa, me ducho, y observo mi barba como quien observa a unos gusanos de seda en una caja de zapatos agujereada; con curiosidad, un extraño cariño y ojos de sospecha y estudio. Mientras me ato los cordones de los zapatos en el salón advierto a las chicas que hoy estaré todo el día fuera, que ya llego tarde y que no me esperen para comer. Quedamos en que les llamo si me demoro.

Salgo a la calle dirección a la parada del autobús con la esperanza de que el P16 pase pronto. El sol brilla, la gasolina huele, y las mujeres caminan en todas direcciones. Mujeres que no volveré a ver nunca. Mujeres preciosas en forma (no detallaré) y en concepto (son estrellas fugaces en mi vida, maravillosas visiones que seguramente no se repitan exactamente igual). Finalmente, y tras unas cuantas paradas me bajo en la esquina de la avenida de los Presidentes, o como la conoce todo el mundo “G”, con la calle 23 (mi amada calle 23), con la intención de sentarme en unas de las sillas del café literario. Oh si, cruzamos mares y aduanas para repetir nuestra pauta de comportamiento, porque por mucho que viajemos somos quien somos. Café barato y en grandes cantidades, baratos libros desconocidos, aspirantes, y quien sabe si secretos, artistas cubanos, esperados a ser descubiertos, relacionándose endogámicamente entre sí, detrás de sombreros o extrañas vestimentas.

Yo estoy esperando a Armando, otro cubano muy dado a las mujeres, sin mucho éxito, por lo que yo pude ver. Le comenté que tal vez sus técnicas eran demasiado invasivas e intimidatorias. Que uno no puede recitar poesía erótica a diestro y siniestro en mitad de una avenida a toda desconocida con tetas con la que se cruce, voluntaria o involuntariamente. Pero claro, yo tampoco soy nadie que pueda decir algo sobre “las mujeres”… ya sabéis lo que me refiero, esa clase de gente que se permite la arrogancia de darte consejos gratuitos de mujeres diciendo “Mira chico a ellas lo que realmente les gusta es…”. Desconfíen de quien crea estar en posesión de la verdad. Solo les puede llevar a un mal final, se lo aseguro.

En fin, Armando no viene, y yo me dedico a hincharme de cafeína y a leer a Humberto Arenal, una de mis pequeñas incursiones literarias obtenidas en el mismo lugar el día anterior. Llueve desmesuradamente, y una dulce claustrofobia me susurra al oído que no podré salir de allí. Me resbalo en la silla dirección a las baldosas, lentamente, porque tengo tiempo, mientras espero a que mi quinto café se enfríe. Observo la cortina de agua que envuelve el edificio, mientras el resto de gente, envuelta en la pasividad de agosto, sigue haciendo tintinear los vasos, caer la ceniza, y mover sus lenguas al compás del dialogo. Todos menos tú.

Eres una figura reflexiva y solitaria que resalta aquí y ahora. He olvidado tu nombre. Nos presentaron ayer, y a los dos minutos lo había olvidado. Como no quería convertir la situación convencional en tensa no realicé de nuevo la pregunta por como identificarte. Inclinada, rayas una hoja, y espero que solo sean garabatos en un folio. Parte de un maquiavélico plan para seducirme, para que te mire… porque si, no lo dudes, te estoy mirando. Ni si quiera de reojo, pero te miro mentalmente. Te visualizo con una fijeza casi denunciable. ¿Será por mi educación cristiana que no me deja hablar claro, o será mi miedo al rechazo, pero no puedo ir y decirte que me pareces… no puedo decirlo ni aquí… y que quisiera que tu quisieras… en fin, estoy loco, o soy tímido. O soy un loco y estoy tímido. Debería levantarme, olvidarte, esperar al avión y visitar a un psico-algo. A ver que me cuenta… si, eso haré. Pero antes de hacerlo escribo en un trozo de servilleta un mensaje que yo solo comprendo.

“Ni te desprecio
Ni te ignoro

Pero no debes descubrirme.”


Abandono el papel arrugándolo encima de la mesa. Antes incluso de que me advierta su terrible secreto el camarero lo está empujando con el tenedor a la bolsa de basura, confundiéndolo con un papel vulgar y corriente, y salvándome sin querer de mi estúpida auto delación. Así todas las pruebas son inmunes y puedo caminar libre de cargos. Y camino. Primero camino, y cuando veo que tengo tiempo empiezo a deambular con algún tipo de lógica. Tiendas de música, librerías, tiendas de souvenir, todo trampas para turistas a los que les sobra el tiempo. Todo en pesos convertibles.

Acabo sentado en una silla del Coppelia (una heladería típica de la Habana, tal vez mítica, inmortalizada en varios films del lugar, donde se hacen unos helados riquísimos. Alguien inteligente me dijo que Coppelia era una metáfora perfecta de una de las facetas más paradigmáticas del cubano. Su gusto por hacer colas, y por quejarse con cierta resignación, entre la añoranza del pasado y el hastío del presente, echando de menos los buenos tiempos de cuando se hacían buenos helados. Aunque todos sabemos que hablar de “el cubano” es una generalización pero…) escribiendo frenéticamente mientras la gente de alrededor me mira. Trato de comerme el helado lo mas lento que puedo, trato de retrasar mi salida del lugar aunque inevitablemente todo se acaba, y el helado también.

Los sucesos transcurren entre las 4 y las 6 de la tarde, de manera totalmente anodina. Mi actitud se degrada en los siguientes estadios: caminar, pasear, deambular, vagabundear. Como un extraño reloj suizo, La Habana continua funcionando a su ritmo, como un mecanismo perfecto que no me necesita para nada. Y este mecanismo, de gente, de vidas que se cruzan, de burocracia, de sentimientos, de economía, política y música, de vidas cotidianas, contrabando y relaciones internacionales, gira, te seduce y a la vez te destroza, como el amor en su más pura forma contra un organismo ingenuo.

Tras mi compromiso de las 6 de la tarde, compromiso que se alargo bastante, acabo sentado en un bar cerca de la calle Infanta, bebiendo pero sobretodo hablando con Nathalie, habanera, madre y artista. Mientras, anochece.



*Papaya

*También llamado moros y cristianos. Es una forma de arroz negro, típica de la comida criolla, en la que el arroz se tinta de este color utilizando para ello judías de color negro.

* Todo es como las matemáticas. Funciona bajo una lógica que solo admite dos formas de respuesta: Correcta (2 y 2 son cuatro), e Incorrecta (2 y 2 no son 4). Solo hay una verdad, y a consecuencia de ello el resto…Mucha gente nacida en la revolución piensa así. ¿Tendrá que ver ello con la filosofía que subyace en el marxismo, pensamiento básico del régimen? Unos tienen la razón y otros están equivocados, y hay que hacer caer a la gente que está en un error porque lo esta, porque verdad hay una y solo una. Ese rasgo contra-relativista lo comparten muchas filosofías de muy dispares signos. Todas asegurando tener la verdad en la mano, y tratando de hacer ver al resto. Quien sabe, puede que sea ciego, y que alguno de ellos tenga la razón, la verdad y el sentido…