lunes, 28 de junio de 2010

El Extraño Homenaje (I)

Aquella misma mañana había recibido la llamada de la policía local. Un ex-compañero de la comisaría de Belleville, conmovido por unos recientes acontecimientos, me había llamado para preguntarme si podría encargarme del caso ya que últimamente estaban desbordados de trabajo, entre tanta manifestación, el mundial de fútbol, y la fiesta de la música...

Acepté más que por lo lacrimogeno del asunto por falta de dinero. Una niña había desaparecido a la salida del "Buttes Chaumont" hacía más de 72 horas. La policía había abierto una investigación, pero no sabían por donde empezar. La niña tenía unos 3 años y había ido con su hermano al parque. Éste se había alejado unos metros a recoger una pelota y cuando volvió un hombre se la llevaba de la mano. Cuando intento pedir ayuda alguien le partió una botella en la cabeza. El agresor escapó, y no se sabe nada de la niña ni del hombre que se la llevó. No hay noticias de ningún tipo. Nadie pide un rescate. Lógico, la madre es una inmigrante del Yunan que acaba de obtener el permiso de residencia, y malvive en un piso de alquiler junto a sus dos hijos en un piso cerca de Pyrinées. O por lo menos lo hacía antes de que se llevasen a su hija y su hijo estuviese en el hospital con una contusión craneal leve.

Tomas, le dije, sabes tan bien como yo que está muerta, o estará muerta en cualquier caso antes de que la encuentre, Si no han pedido rescate esto es obviamente secuestro para violación o algo peor. Y entonces Tomás habló de una mujer destrozada, de una familia traumatizada, de un mundo injusto, del porque de nuestro trabajo, de las implicaciones raciales del asunto, de la necesidad de esperanza y de 800 Euros como primer pago por intentar resolver el caso. A veces Karim, me dijo Tomas, tengo la impresión de que tienes alma, y ahora mismo me pregunto en que me baso. Y colgó.

800 Euros. Es mucha pasta por una china. Mucha para un caso tan evidente, cualquier guionista de telefilmes podría decir que es lo que ha pasado. Es tanta pasta que la madre no podrá pagar por sí sola seguro, aunque si Tomas se ofrece seguro que será pagada. Por lo tanto, pasta es. Y seguro que alguna asociación de inmigrantes chinos estará ahí para lo que haga falta.

La pregunta es porque la policía se toma tantas molestias en resolver este caso, porque me llama la policía y no la asociación de inmigrantes chinos o la propia madre. Y la respuesta es la de siempre aquí en París: el dinero y la raza. La madre no tiene suficiente dinero como para contratarme, así que hace uso de los servicios públicos de seguridad y justicia. Los servicios de seguridad y justicia no tienen tiempo y archivan el caso. Entonces la madre desconsolada llora a la asociación que presiona al político de turno que presiona a la policía para que resuelva el caso. ¿Por qué no llamarme a mi y seguir confiando en los servicios públicos? Porque mi nombre es Karim Baraki y soy argelino. De origen argelino, pero por lo visto aquí da igual si eres o eres hijo. Argelino sin dinero es un argelino de mierda y son de sobra conocidas las tensiones entre la comunidad asiática y la magrebí. En parte es por ello por lo que los chicos de belleville andan bastante desbordados. El pasado 20 junio hubo una manifestación por un Belleville “más seguro”. Lo que quieren es tirar a todos los árabes de ahí. Tras la manifestación hubo varios disturbios racistas. Y ahí es donde vuelvo a entrar yo otra vez. Seguro que algún listo pensó que quien mejor que un argelino para resolver la desaparición de una niña china. Seguro que pensó que sería un maravilloso golpe mediático que ayudaría a rebajar tensiones. Y a mí no me queda nada más que aceptar porque no llego a fin de mes. Siempre el dinero y la raza. Siempre.

Personalmente detesto esta clase de casos. Trabajando como detective privado, lejos de vivir inquietantes aventuras y una vida de tensiones y riesgo, vives en una rutina. El crimen es poco imaginativo pero siempre desagradable. Se repiten motivos, modus operandi, se repiten las armas homicidas, la hora de la muerte... pero todas las victimas tienen una cara. Y sabiendo como va a acabar todo esto, no quiero ver la cara de esa niña, pero no me queda otra. Me tomo un café con hielo, hace calor, y consulto en internet la dirección del Hospital donde el hermano está ingresado. Hospital Robert Degre, boulevard d'Algérie, en el 19émé. Dejo el tazón de café en la pila y me dirijo hacia la boda del metro.

jueves, 17 de junio de 2010

Who killed David Moore? Why and what's the reason for?
-Dylan-



En el abotargante y caluroso mayo parisino- no el del 68, hubo y habrá más, este concretamente es un mayo fuera del tiempo- un elemento está fuera de su sitio. Es un hombre ¿o tal vez un personaje?... esto nunca quedará del todo claro. El hecho de que el personaje estuviese allí era firmar su propia sentencia de muerte. Pero lo increíble de todo el asunto es que él ya lo sabía.

Sentado sobre las incomodas escaleras de la estación de autobuses de Galleni, en Bagnolet, allí donde la arquitectura Haussmaniana deja paso a un paisaje urbano afilado y hostil, donde los cinturones que comunican París con el mundo sobrepasan las cabezas de los que allí viven, nuestro elemento espera mientras termina de leer un manuscrito. Retiene una de las última frases del texto: “..la suerte no existe y tu destino ya está escrito”. Al llegar al punto y final comprende lo inevitable del asunto. Se levanta y camina. Es casi un autómata en manos del destino, un espectador de su propia vida.

Superando la estación de autobuses, caminó calle arriba dirección Bagnolet, buscando un bar que sabía que no encontraría abierto. La camarera le indicó mientras cerraba la persiana que siguiese más adelante, pueblo adentro, que tal vez allí encontrase lo que buscaba. Entró a un kebab, pidió una coca-cola y una crepe de nutella, obteniendo únicamente el refresco por el que pago solo 50 céntimos ya que no tenías más suelto. Bajo la mirada amenazante del tendero, continuó su marcha. Extrañado observaba el lugar, como quien recorre terreno hostil, bajo el insufrible sudor estival. Al fondo de la calle desierta se topó de golpe contra la iglesia del pueblo, en la que los jóvenes del lugar quemaban piedras de hachis y escuchaban música. Prefirió pasar inadvertido, como tenía que ser. Subió por una calle empinada en la que había una parada de autobús metropolitano, de la que descendieron 4 chicas probablemente chinas. Están chillaban y mascaban chicle. Les preguntó por un bar y todas le dijeron que no tenian ni idea en un lenguaje de lo más vulgar seguramente a modo de burla por su registro en lengua francesa tan universitario. Finalmente las cuatro chicas desaparecen y él vuelve a quedarse sólo. Por un momento vacila, piensa seguir a las mujeres y se queda un rato quieto. Considera la posibilidad de lanzar una moneda al aire y decidir a través del cara o cruz que si izquierda o derecha. Pero en cuanto mete una mano en su bolsillo, una de las chicas de antes, aparece de la nada y le arranca la moneda de la mano mientras le dice en un perfecto castellano “Ciñete a lo que hay. Tienes que entenderlo, la suerte no existe y tu destino ya está escrito”. Le cogió de la mano, y lo llevó calle adentro.

Nuestro elemento fue encontrado horas más tarde muerto en esa misma calle con un puñal clavado en la espalda. Cuando la policía registra su cadáver encuentra una libreta negra donde se detallan todos los sucesos precedentes a su muerte, solo que escritos con anterioridad del mismo puño y letra de la víctima. Los investigadores y yo mismo, no acabamos, pese a la exacta documentación de los hechos, de aclarar la naturaleza de lo acontecido.

Si efectivamente conocía su destino ¿Por qué no intentar evitar lo ocurrido? ¿Es que acaso no podía evitarse? Tal vez la víctima estuviese bajo los efectos de una maldición, del embrujo de la ficción sobre la realidad que en una red de círculos concéntricos atrapa al lector pudiendo llevarlo hasta la muerte siendo el asesino en tal caso el propio texto; o a caso es solo el instrumento de muerte con el que la víctima trazó para si misma su propio fin siendo entonces un suicidio y el puñal un mero hecho circunstancial. O tal vez el texto fue el verdugo obediente de un asesino sin rostro; ese mismo asesino que se presenta como el fin inevitable de todos los mortales que siempre y pese a la diversidad circunstancial tiene un idéntico resultado en la muerte, recordándonos que la suerte no existe y que tu destino ya está escrito.

Bagnolet, Mayo, Ille de France.

domingo, 13 de junio de 2010

Los supervivientes

Is easy living
It's easy to live

Easy living- canción interpretada por Billie Holiday


Era martes tarde, probablemente el momento de la semana más impersonal y anodino, y frente a frente de nuevo, pero separados por la vieja y algo tarada mesa de madera, volvieron a verse en aquel café de Mouffetard.

-¿Nunca te traje aquí antes?
-No. ¿Vienes a menudo?
-A veces, cuando no voy muy mal de dinero.

No había música, tan solo las explosiones de risa de los otros clientes y los culos de sus vasos impactando contra sus mesas.

Los cafés- de sobre con leche y dos terrones, y uno solo, acompañados de dos vasos vacíos con hielo- tardaban en llegar porque el camarero se había entretenido hablando con nosequien. Finalmente, los cafés llegaron junto con la cuenta, boca abajo, como exige la educación de la restauración francesa, siempre que la ésta supere los 7 Euros.

Hablaron de cosas importantes. Me resulta muy difícil determinar el tema de la conversación pues estaba en clave: referencias a personas que desconozco, hechos de los que jamás he oído hablar, y demasiadas frases que nunca se han querido ni querrán decirse jamás. Toda una conversación cifrada incluso, y sobretodo, para los mismos interlocutores. Todo un iceberg.

Sin embargo, muchas veces, tal vez la mayoría, lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice. Ambos se miraban con cara de culpabilidad y de acusación, reconociéndose y reconociendo la mentira después de tanto tiempo en sí mismos y frente a ellos. Finalmente la conversación enfrió el café y derritió los hielos. “Este café es una mierda” coincidieron.

Pero cambiando violentamente de tema y dejando el vaso de café solo contra la mesa, uno de los dos hablo claro por primera vez en toda la tarde

-¿Pero estamos vivos, no? También se trata de eso
-Si claro... Sin embargo no deja de sorprenderme que estemos vivos. Que sigamos con vida... O tal vez lo que me pesa tanto es que no me sorprende para nada.

No dijeron ni una palabra más. Dieron la vuelta al recibo, y cada uno pagó su parte de la cuenta, desapareciendo de nuevo entre la multitud que abarrotaba el mercadillo de Mouffetard. Decidieron, cada uno por su lado, no volver a verse jamás, como medida de supervivencia.

domingo, 9 de mayo de 2010

VI

El hombre, al desnudo, sentado, mirándose al espejo, sin ningún tipo de maquillaje, por primera vez desde que empezase la carrera. Le resulta sorprendente haber llegado hasta donde está, y sabe que nunca habría llegado sin ayuda.

Ahora sin maquillaje, frente al espejo, frente a sus arrugas, frente a la cicatriz infantil y a la cana oculta, piensa. No debería de estar pensando, pero efectivamente así lo hace. Y no piensa en el objetivo, no piensa en la finalidad, no calcula estrategia ninguna ni repasa las palabras que el mundo escuchará, palabras que hace suyas cada vez que habla, cada vez que las interpreta. Lo que está haciendo es mirarse en ropa interior, en el silencio de la habitación frente al espejo, sobrepasado completamente por los acontecimientos y por la circunstancia. Y no le gusta lo que vé, por eso como un niño en mitad de la noche, llama a su maquilladora.

-¿Qué pasa? ¿Qué haces? Quedan 15 minutos y todavía no estás vestido
-Por eso te he llamado. Necesito que....
-Espere. ¡Charlotte!¡Charlotte! ¡Ven aquí enseguida!, necesitamos otra ropa interior, esta es ridícula, ¡date prisa! Tranquilo, ya verás como en 10 minutos parecerás otro.

Entonces , desde el fono de la habitación, aparece un tipo con injertos capilares en la cabeza, y con un impoluto traje negro que contrastaba con el blanco brillante de su “iphone”. Sonríe, y pasea con lentitud mientras revisa los papeles. Entra en la sala, deja los papeles sobre la mesa, y posa sus manos sobre los hombros del hombre.

-Campeón, este es el último debate. Las encuetas del times marcan que en las elecciones arrasarás sin ninguna duda, pero no podemos permitirnos ninguna bajada de defensas. No se trata de ganar, se trata de humillar.
-Ajá
-Por eso quiero que recuerdes todo lo que hemos hecho durante la campaña. Quiero los gestos, quiero las palabras, quiero que saques a ese tú tan genial ¿entendido?
-Ajá
-Aquí tienes el discurso. Recuerda, las palabras en negrita son las que tienes que enfatizar más. Como hemos visto que tu popularidad ha crecido entre las mujeres de entre 50-75 años del medio Oeste, te hemos escrito esto de aquí. 4 tonterías, ya sabes, para que las seduzcas.
-Ajá
-Me gusta este olor ¿colonia nueva? ¿como se llama?
-No lo sé...- y entonces, vuelve a perderse en si mismo en el espejo-.
-Bueno, en cinco minutos sales a la arena. ¿Estás preparado?
-No lo sé. ¿Estoy preparado?
-Si. Estás preparado- le dice dándole un par de golpes en la espalda- Estás muy preparado.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Nu Händer Det Igen

Comenzamos hoy con un nuevo ciclo. Esta vez, intentaremos realizar una serie de relatos en base a la música del álbum de música electronica "Det Snurrar i min Skalle" del archiconocido grupo "Familjen". Viola como desde Cucarachas intentamos democratizar la música electronica. Damas y caballeros, Portugueses inclusive, con todos ustedes este primer intento:




El primer jueves de cada mes, las alarmas anti-aéreas retumban en París. Resulta imposible informatizar tal sistema ni saber si funcionan a menos de que efectivamente se utilicen, así que puntualmente a las 12 retumban por toda la ciudad. Las reacciones ante tal sonido son las que distinguen al habituado del al recién llegado.

La nieve ha desaparecido, y el cielo raso de París convierte a algunos (porque hay a quien el tiempo le da bastante igual) en algo más felices. Dicen que el sol ayuda a la serotonina. Eso será, el tema es que una extrañamente fuerza interior me brota de no sé qué parte cuando llega la primavera y me hace sentir vivo. Miro el sol por la ventana, cambio el calendario de hoja, y pienso, hoy tienen que sonar las alarmas justo cuando suenan. Atontado observo el callejón nacional, pensando que tal vez el último ciclo que pensé calendario, es una autentico suicidio, incluso tener el calendario en casa. Es agradable bien el tiempo cuando se espera algo pero no cuando el agua desaparece poco a poco por el fregadero, a través de esa pequeña ranura que aún queda entre el tapón de goma y el círculo plateado.

El tiempo que pasa. Se supone que el tiempo no existe y que lo único que existe es la fuerza de la gravedad... pero ¿Cómo explico entonces que me crece el pelo, las uñas, la barba, la vida y la muerte de las plantas, y los plátanos podridos de la alacena? ¿En qué quedamos? El hombre es el único animal que tiene una conciencia cultural de su propia muerte... ¿con qué fin? ¿de qué sirve saber de que al final te mueres? ¿No sería más fácil que todo se acabase de golpe, sin ser conscientes del horror, como esos cuerpos formicantes descubiertos en las ruinas de Pompeya?

-Piensa lo que quieras, el mundo funcionará como funciona al margen de lo que te dé por cavilar- dice el viejo chino mientras apura su larga pipa de madera, la deja un momento sobre el taburete de ikea, y se mesa un rato sus barbas blancas- no sé a dónde intentas llegar con todo esto. Y vigila el arroz que se te va a pasar.

Continúa sentado en el sofá fumando y gorroneándome la casa desde hace tres días. Un día apareció así de golpe, en casa, revisándome los trabajos para la facultad y dándome ciertos puntos de vista que no había llegado aún a contemplar. Tras preguntarme si podía sentarse y yo responderle agradecido por su apareció que si, no se ha levantado de ahí mientras yo estaba en la casa, aunque a veces le he encontrado con el pelo mojado y oliendo a mi colonia, por lo que presupongo que de vez en cuando se ducha.

El menú de hoy es arroz con salmón y ajoaceite. Al viejo le gusta la comida picante, todo hay que decirlo, a mi me gusta bastante también, y aunque la comida se me acabe el doble de rápido, es agradable tener compañía para comer y no ronca.

-¿Por qué no tiras ese bambú a la basura?- dice con la boca llena- me refiero, esta medio amarillo, medio seco. Podrido, podríamos decir. Que ganas con darle una muerte lenta en vez de tirarlo a la basura y acabar rápida y limpiamente con esto.

-Supongo en que tengo confianza en que podrá vivir

-La tienes... Tienes la confianza...- el viejo sigue rumiando un rato mientras me pongo el resto del ajo aceite en el plato- Pues tal vez sea por eso por lo que no deberían de caer las bombas sobre el mundo. Uno no sabe cuándo es el momento apropiado para morir. Es más, uno nunca cree que sea el momento apropiado para morir. Bueno, a veces sí, pero entonces se deja morir, y ni siquiera sabe uno... uno suele tener la confianza en que aun puede, incluso a veces se cree que debe seguir viviendo- seguía pensando mientras cogió una rebanada de pan y empezó a limpiar con sus arrugados dedos el bol- Además, ¿Bombardearías a alguien por su bien? ¿Tú lo harías?

-¿Y tú?- Sonrió de una manera extraña, y entonces se escucho un estruendo de motores, que empezó como el zumbido de una abeja, pero que a cada vez se hizo más y más fuerte. Y entonces las alarmas empezaron a sonar. Mientras alguien tocaba a la puerta rápidamente y los teléfonos empezaban a sonar, encendí la radio para saber qué pasaba.

-Francamente, yo no sé qué haría. Pero está claro que hay gente que sí que está dispuesta a ello.

Asomado por la ventana, vi como a lo lejos, aparecían los aviones.

martes, 19 de enero de 2010

Desde la última planta del edificio, desde la ventana, el hombre observa, ahora por fin con el silencio del trabajo realizado, el universo. Lo contempla como un orden cósmico que por fin tiene sentido, un orden. El orden. Cada sonido sale desde donde tiene que salir y llega hasta donde tiene que llegar. Cada luz es emitida justo desde el momento exacto y con la velocidad que debería y de hecho tiene llega hacia su destino prefijado. Ahora todo funciona. Ahora todo está en su sitio. “Debería de ser así siempre, de noche, y la ciudad dormida”. Experimenta la misma calma y la paz que el encargado que vigila que las maquinas funcionen.

Mira el reloj, quedan aún horas para terminar el trabajo. Pero la paciencia también forma parte de todo esto. Aún queda todo el transcurso del relato para acabar del todo, pero eso no será hasta la última parte. Entonces, el hombre volvera a actuar. Y hasta que llegué ese momento, se recuesta en el sillón de cuero, y espera.

lunes, 4 de enero de 2010

Imagen: “Lighthouse at two lights”

Comienzo hoy una serie de relatos anual que publicaré con la mayor puntualidad posible, agradecido de que cada día el mundo blog este menos poblado y de que por tanto menos imbéciles se pasen por aquí. Me alegro que esto pase de moda, y de que las cucarachas por fin vuelvan al lugar que nos corresponde. El ciclo se llamará calendario, y corresponde a otra serie de ejercicios estilisticos, esta vez basado en un calendario decorado con fotos de Edward Hooper.

Desde una indiscreta distancia observamos toda la acción, que sin embargo se desarrolla como si para ellos no existiéramos; como si fuéramos espectadores, o peor, lectores, de una realidad que ocurre queramos o no. De la vieja casa del faro, un hombre sale envuelto en el sigilo matinal, y camina colina abajo para no volver.

La vieja casa del faro queda en un silencio digno de un museo. Tan solo el viento y las flojas lejanas olas del mediterrano. El propietario, que no es el hombre que vimos salir esta mañana, decidió poner tejas, ya que le recordaban a sus orígenes del norte. Nostalgia que se intentó suplir por la estética patéticamente, y que no cumplió su función, ya que después de terminar finalmente la casa, y con todos lo problemas que trajo, acabó revendiendola y volviendo (si es que en realidad podemos volver a alguna parte). Y desde entonces la casa fue cambiando de manos, hasta hoy, en la que un desconocido sale por la puerta, y se queda vacía.

Podemos pararnos y pasarnos horas imaginando por qué. ¿Será necesariamente más cierto lo que yo imagine solo porque soy el escritor de este relato? Todas las ficciones son igual de validas, pero no resulta relevante su validez sino lo entretenidas que nos resulten, ya que todas son presumiblemente falsas, infundadas, o ficticias. Yo imagino un crimen, un homicidio, y jarrones resquebrajados por pasillos, y un conocido disfrazado de extraño saliendo por la puerta de casa con la tranquilidad de un inocente, y bajo llave en un baúl en lo alto del faro inutilizado, la victima. Y depende de por donde hagamos el corte, esto puede ser el principio, el final, o la mitad de una historia. ¿Podría ser esto un drama con fatales consecuencias?¿Un thriller tal vez? Podríamos convertir esto en una comedia si no exageramos mucho el tema de el asesinato. ¿O es que no hay cadáver? ¿Son mis origenes judios los que me obligan a buscar un culpable? Yo no soy infalible.

Lo innegable, el axioma de todo esto es que un hombre del que no se nada salio de esta casa esta mañana y no volverá, y esto es así. Ni peros ni discusiones, hay unas reglas. ¿De que juego dices? Bien, te propongo que matemos dos pájaros de un tiro. Para empezar, que como autor me retiro, y ya que los dos estamos en esto, y que el cuento es tan tuyo como mio, que te pringues las manos y dejes de vivir del cuento. Dime lo que ha pasado aquí. Y de paso que rompas está cómoda dictadura del testigo mudo-manco-sordo-tullido, en la que te lavas las manos. Levantate, Lázaro, y anda. Y de paso invitame a un café, que me debes uno.