domingo, 13 de junio de 2010

Los supervivientes

Is easy living
It's easy to live

Easy living- canción interpretada por Billie Holiday


Era martes tarde, probablemente el momento de la semana más impersonal y anodino, y frente a frente de nuevo, pero separados por la vieja y algo tarada mesa de madera, volvieron a verse en aquel café de Mouffetard.

-¿Nunca te traje aquí antes?
-No. ¿Vienes a menudo?
-A veces, cuando no voy muy mal de dinero.

No había música, tan solo las explosiones de risa de los otros clientes y los culos de sus vasos impactando contra sus mesas.

Los cafés- de sobre con leche y dos terrones, y uno solo, acompañados de dos vasos vacíos con hielo- tardaban en llegar porque el camarero se había entretenido hablando con nosequien. Finalmente, los cafés llegaron junto con la cuenta, boca abajo, como exige la educación de la restauración francesa, siempre que la ésta supere los 7 Euros.

Hablaron de cosas importantes. Me resulta muy difícil determinar el tema de la conversación pues estaba en clave: referencias a personas que desconozco, hechos de los que jamás he oído hablar, y demasiadas frases que nunca se han querido ni querrán decirse jamás. Toda una conversación cifrada incluso, y sobretodo, para los mismos interlocutores. Todo un iceberg.

Sin embargo, muchas veces, tal vez la mayoría, lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice. Ambos se miraban con cara de culpabilidad y de acusación, reconociéndose y reconociendo la mentira después de tanto tiempo en sí mismos y frente a ellos. Finalmente la conversación enfrió el café y derritió los hielos. “Este café es una mierda” coincidieron.

Pero cambiando violentamente de tema y dejando el vaso de café solo contra la mesa, uno de los dos hablo claro por primera vez en toda la tarde

-¿Pero estamos vivos, no? También se trata de eso
-Si claro... Sin embargo no deja de sorprenderme que estemos vivos. Que sigamos con vida... O tal vez lo que me pesa tanto es que no me sorprende para nada.

No dijeron ni una palabra más. Dieron la vuelta al recibo, y cada uno pagó su parte de la cuenta, desapareciendo de nuevo entre la multitud que abarrotaba el mercadillo de Mouffetard. Decidieron, cada uno por su lado, no volver a verse jamás, como medida de supervivencia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuve en París hace poco. Pensé decirte algo pero no tenía tu móvil ni nada por el estilo... Espero que todo bien por allí, yo me iré a Ámsterdam en octubre.

Humo Velado dijo...

ummm

esa situación que narras me suena demasiado cosas vividas personalmente...a veces no se si es mejor decir o callar, saber o ignorar...en fin!

Muchos saluos! disfruta del tiempo que te queda allí y suerte en tu próximo viaje, cucaracho ;)

Sr. H.M. dijo...

jémingüey!!!!!!

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

El próximo relato promete no promete ser menos gris pero sin duda si menos al estilo Ernest. ¿Quien será el proximo plagiado?