miércoles, 3 de octubre de 2007

Circulos Concentricos

Los malditos editores no paraban de agobiarle, ellos, y el miedo, (o tal vez una curiosidad morbosa, de saber si finalmente la inspiración se había evaporado para siempre), le empujaron a querer escribir.

Debían de ser alrededor de las 11:42 a.m., de octubre. Un cielo gris, como un ojo acusador, se instalaba al otro lado de la ventana. Él se escondía, de las nubes culpabilizadotas, del agresivo mundo que aguardaba fuera, sitiando su tranquila y pacífica soledad. Se escondía de las llamadas agresivas de teléfono, los pagos atrasados, y de todos los deberes que no era capaz de satisfacer. Deberes que reflejaba el horario que él mismo había confeccionado pocos días antes.

Por un momento tuvo de nuevo esa reacción natural en él. Deseaba huir. Pero sabía que por mucho que viajase sus problemas no iban a abandonarle jamás, que él era una de esas personas con problemas, que daba igual cuantas veces fuera a empezar de nuevo porque siempre , siempre, iban a reaparecer, en cualquier parte del globo.

Con cierto resentimiento miro alrededor de su estudio, una habitación de menos de 20 metros cuadrados, desordenada aunque no desastrada. Buscaba un objeto inspirador, una realidad que fuera capaz de desencadenar la palabra mágica que provoca una caída incesante de frases, como una larga fila de fichas de dominó.

Reclinó la cabeza hacia atrás. Hizo crujir su espalda. Recordó lo que el médico le dijo hace un par de días, acerca de su peligrosamente prematura escoliosis. Recordó los ejercicios abdominales, la prohibición de fumar, recordó que no recordaba su último cigarro. Quizás mejor así. En su caza de la palabra oculta, no encontraba más que referencias a la luz gris del exterior. Si encontraba dinero, recordaba que tenía que pagar. Si miraba sus libretas recordaba a los editores, si miraba la toalla de baño goteando recordaba la natación, y si miraba el teléfono recordaba que no sonaba, y peor, caía en la cuenta de que estaba deseando que sonase.

Dejó su cuerpo muerto encima de su mesa, durante un brevísimo espacio de tiempo, no más de 6 segundos, y entonces se puso a teclear: “Los malditos editores no paraban de agobiarle. Ellos, y el miedo, (o tal vez una curiosidad morbosa, de saber si finalmente la inspiración se había evaporado para siempre), le empujaron a querer escribir.

Debían de ser alrededor de las 11:42 a.m., de octubre. Un cielo gris, como un ojo acusador se instalaba al otro lado de la ventana. Él se escondía, de las nubes culpabilizadotas, del agresivo mundo que aguardaba fuera, sitiando su tranquila y pacífica soledad, de las llamadas agresivas de teléfono, los pagos atrasados, y de todos los deberes que no era capaz de satisfacer al horario que el mismo había confeccionado pocos días antes.

Por un momento tuvo de nuevo esa reacción natural en él. Deseaba huir. Así que antes de escribir ni una frase, hizo las maletas y huyó. Ese fue el principio de todo”



Texto: Pepe Ruiz Andrés (el Aviador)

Fotografía: Aída Quiensinó

Música: Radiohead (Paranoid Android)

6 comentarios:

Cucaracha homicida dijo...

Enorme.

Tú, que eres un genio enorme, cabronazo, discontínuo y estalinista.

Y el relato, of course.

Anónimo dijo...

Soy un africano que ha leido este maldito relato.
aki en Kinshasha en el poblado gusta, lo leí mientras recorría 3 km hasta un pozo de agua potable, me lo imprimio un misionero (si el de la postura del misionero, ese)

y me ha gustado, mucho.

un consejo para el personaje, debe visitar madrid, y tener la mente por ahi en ocasiones, quizas el sabría a lo que me refiero.

bueno pepe se os echa de menos. un abrazo, nos veremos

Anónimo dijo...

Metaliteratura. Paradojas Cortázar/Borgesianas (La continuidad de los parques, El jardín de los senderos que se bifurcan). Fellinismo ("no tengo nada que contar, pero lo contaré de todas maneras"). Un toque bohemiamente "fin de siécle"-decadente, y otro de cuadro de Hopper (hombres solitarios, habitaciones vacías, facturas que pagar).
¡Todo está escrito! Es cosa de mezclarlo bien. Al menos rompes el círculo (concéntrico, vicioso o virtuoso).

Anónimo dijo...

Como un cuaderno en el que se dibuja el dibujante dibujando un cuaderno.

Arte todo

:)

Luciérnaga dijo...

No te comenté nada en tus círculos concéntricos por envidia, pero bueno, ya que tb tocas fa en la guitarra (esa es la del dedo entero, no?) he asumido que no te voy a poder superar, así que preferiré admirarte.

Un beso artista. Me encanta el texto.

Unknown dijo...

Me gusta el estilo austero de tus relatos. Tienes el don de convertir la claustrofobia en arte. Sigue así!