lunes, 26 de enero de 2009

Souvenirs y postales en agosto, en París

París, en agosto, se va de vacaciones como si fuera un proletario de cubículo, y se deja las luces encendidas, y la nevera y la casa hecha unos zorros, y las facturas sin pagar. Y mientras salta al otro lado del espejo, desde reflejo entra otro París, el París de agosto, que no es exactamente París, sino una ciudad que se hace llamar como tal; una especie de farsante que ni siquiera trata de parecerse a ella, que solo quiere llevar su nombre y vivir en su casa. Se desvanece la esencia del París real, quedándose asolas con sus millones de legiones de turistas pertrechados de maquinas flasheantes, asolas con sus restaurantes excesivamente caros, con sus circuitos arriba y abajo del sena, con sus bateauxumuches, con los suplentes de los mendigos, y con las colas de Louvre.

Solo si eres listo y tienes suerte, te topas con algo que sí pertenece al París autentico, y cuando eso pasa la reacción normal es que sonrías, te calles, asientas a gusto por dentro, y te lo guardes sigiloso en el bolsillo mientras rezas para que no salten las alarmas.

No debían de ser más allá de las 4, y como me costumbre me había perdido la hora del desayuno. Era uno de esos veranos locos. También era sábado, pese a lo irrelevante de este dato, pues sabed que el tiempo en agosto en París, no existe. De acuerdo, sí que existe, pero pasa de puntillas. El sol brillaba con fuerza en la calle, y hacia bastante que mi estomago no tenía nada sólido que asimilar; aunque daba igual, estaba loco. Tenía 18 años y creía (y aún hoy creo) ser una especie de beatniks (si es que esa palabra esta dotada de algún contenido). Que divertido resulta, que intenso era todo. Hacía dos semanas que me había dado por vencido y la ciudad, fuera quien fuese, me había absorbido, convirtiéndome en una especie de anti-zombi , y habiendo mi alma, ahora la ciudad entera me recorría por dentro. Todo mi yo era parte de París, y París es tan grande…

¿Ella tenía 21 años? Desde luego era mucho mayor que yo. Se llamaba Marva, originaria de un país de cuyo nombre no quiero acordarme. Digamos que era del Toboso. Estudiaba relaciones internacionales en la Capital del extraeuropeo estado del que provenia. Era morena, muy morena, y bajita, muy bajita. Tenía el pelo liso y unos ojos preciosos, y unas manos pequeñas y con algún que otro anillo. No vale la pena comentar nada sobre su nariz. Oh sí, es de manual,es la típica chica que me gusta. Había acudido a París para perfeccionar su francés antes de su beca erasmus en Bélgica, o tal vez en Luxemburgo. Realmente huía. Estaba allí huyendo. Huíamos los dos. Supongo que era en buena parte un motivo para gustarse.

Caminamos desde la parada de Luxembourg, cuesta abajo por todo el barrio latino buscando alguna licorería abierta. El barrio latino por la mañana es la evidencia de que el capitalismo es lo más parecido que hay a la invasión de los ultracuerpos, aspirando siempre la esencia de todo lo que le resulte productivo, sin importar absolutamente nada más. Y cuando se cansa escupe los huesos contra el suelo, o contra los extrarradios. Todo acaba convirtiéndose en eso… los platos rotos de los griegos en el suelo, las tiendas de dulces árabes, los metres en la puerta llamándote para que entres a comer, invitándote a veces demasiado insistentemente… todo no es más que un laberinto de cartón piedra para turistas… es otra manera más de venderte una llaverito de plástico de la torre Eiffel “made in taiwán” . Incluso la propia palabra, París, podría llegar a afearse.

No muy sorprendentemente encontramos una tiende de ultramarinos abierto. Los pakistaníes, en realidad todos los inmigrantes que regentan un establecimiento trabajan hasta caer al suelo sin fuerzas y generalmente con una amplia sonrisa. Conocen perfectamente el papel que la sociedad francesa, la europea realmente, tiene reservado para ellos. Compramos algunos de botellines de cerveza y una gran bolsa de pistachos. Yo no estaba aún demasiado acostumbrado a beber durante las horas de luz, me resultaba moralmente incompatible. De todas formas rechazar aquella invitación habría sido descortés, y en el fondo nos divertíamos mucho.

Nos sentíamos peligrosos callejeando sin dirección, bebiendo a plena luz del día, con toda la ciudad en nuestras manos. Éramos como dos gatos sucios rebuscando en la basura, en cualquier callejón de la propia ciudad, pisando fuerte, saltándonos las clases. Creíamos ser malos e irremediablemente culpables, como un par de atracadores de bancos peligrosos y armados.

Si cruzas el puente que va desde la plaza de Sant Michel a la Ille de la Cite, en dirección al Hotel de la Ville, verás un pequeño embarcadero de madera en el que se para un fleuve-bus, cada mucho rato, debajo de unos árboles a los que nunca se les caen las hojas. La luz cae ahí tranquila a esas horas, y dos metros más atrás se forma un curioso remolino contra el puente. Nos sentamos allí, sobre las piedras calentadas por el sol y estuvimos hablando durante toda la tarde, tirando cáscaras de pistachos al sena, que aparentaba más sucio que nunca, bebiendo y besándonos.

Yo le soltaba profecías sobre la música, sobre el arte, sobre el estado de las cosas, sobre política, pensando en voz alta cantidades ingentes de estupideces. Cuanto más grande era la fanfarronada, más grandes eran sus ojos (sin duda había mucho de ego también en todo aquello). Oh sí, palabrería, rosarios que yo mismo me creo y que predico, a veces con fe a veces sin. Pero seamos realistas, ella estaba buscando a un charlatán como yo, un muchacho rubiete de piel porcina que se encandila pensando en las musarañas y dice ser artista y revolucionario. Nada más europeo que eso. Todo un souvenir.

Cuando yo me callaba, a veces pasaba, ella me hablaba de su casa, de su tierra y de su vida. Supongo que yo también pondría los ojos bien grandes cuando me hablase del tema. Y entonces dijo la frase inevitable que debía haberse evitado “tienes que venir a verlo, es precioso” ”no creo que pueda ser” dije acariciándole la cara. Ella ya lo sabía, claro que lo sabía, pero no quería saberlo. “Si me acuesto con mi novio y le pongo tu cara… ¿crees que estaría mal? Moralmente hablando, claro”. Me sentí culpable, deseado y extrañamente alagado. Yo veía como el botellín de cerveza se hundía en el fondo del río, junto a las últimas corfas de pistacho “vamos a ir al infierno, ¿sabes?”.

Volvió a besarme. Anochecía.

En el momento en el que todo esto sucedía, su novio, un ultra-nacionalista cuasi-fascista semi-hooligan similar en tamaño y forma a un menhir, desconocía aún mi existencia, al igual que su padre, un señor de piel tostada y gran bigote. Estábamos a salvo convertidos en uno de esos rincones, quiero creer que autentico, que el verdadero París no había podido llevarse de vacaciones, aunque solo fuera por aquella tarde.

Pero ahora que lo pienso no, nada más típico que un chico y una chica que se creen enamorados en verano, en París.

17 comentarios:

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

Advertencia simpatica. O mejor dicho,, invitación. A todo aquel que le apetezca analizar mi subconsciente o mis implicaciones personales en esta obra de ficción,porfavor, que proceda a marcar mi numero de telefono y yo mismo le invitaré a un café.

Si le apetece hacer un coemntario sobre la obra (sin sobrevalorar ese termino), sobre el cuento, porfavor, le invito a que deje su comentario.

Si le apetece comentarme cosas de la obra y tomarse un café, digamelo también, y así será.

Cucaracha homicida dijo...

Cuando vengas a Berlin tráete esa cinta de Joaquin Sabina.

(No te voy a perdonar que nos hayas jodido el rollo portal del amor que estaba tomando el asunto este).

Humo Velado dijo...

Hola, te voy a comentar el cuento aunque estoy seriamente mosqueada contigo. Te comento porque sinceramente el cuento me ha gustado mucho! ciertamente paso profundamente de saber si eres tu...el protagonista del cuento solo se parece a ti en...comer pistachos!

Creo ciertamente que en realidad todas las ciudades, a veces, dejan de ser esas ciudades...pierden la esencia supongo, solo un rato, algo mismo pensé yo de Valencia (ya se que opinaras que no tiene nada que ver Valencia con Paris, obvio!) cuando pasé algo del verano pasado aqui...


frase para la memoria que me ha encantado profundamente! "se encandila pensando en las musarañas y dice ser artista y revolucionario. Nada más europeo que eso. Todo un souvenir."

si, nada mas europeo que eso!


ciao!

Anónimo dijo...

Oiga, yo quiero un café y hablar de Vd. para analizar su subconsciente y demás.
Eso sí, estoy en contra del tópico del europeo souvenir (es que no conociste a ningún argentino?) y bueno, para tocarte las descripciones, la del novio de la chica no me gusta; parece un tanto infantil y no termina de encajar con el resto del texto, aunque sea una especie de recuerdo juvenil (ficticio y de espaldas a la realidad y al autor, claro).
EL resto, muy bien.
Es más, creo que estás volviendo a escribir bien, o quizá estés escribiendo mejor, o quizá no y ya haya perdido la noción de lo que digo.

F.Belanov

Anónimo dijo...

Sr Belanov.

Celebro su comentario, y suscribo su café.

En mi Eurocentrismo involuntario olvidé America. Aunque bueno, hay quien habla del extremo occidente. Europeistas al fin y al cabo.

Solo dos "defensas" a sus "ataques". La descripción es infantil porque lo que intento decir es que ese pusilanime es un niñato.

Y a lo de escribir bien y escribir mal, y remitiendome a ciertos pensamientos, dire que lo bueno y lo malo no existe. Así que si eso es así, no tengo ningún relato malo, pero ninguno bueno.

¡El revisionismo filosófico me ha salvado!

Cucaracha homicida dijo...

El relativismo mola en el sentido en el que te puedes situar a la misma altura que Dostoievski, Auster y su puta madre, pero acaba en el momento en el que en el saco entran Ruiz Zafón y Coelho.

No tenemos por qué chupar la gran polla llamada "cánon universal", pero tampoco por ello hay que dejar de reconocer que hay cosas que apestan (y, por si acaso, no hago referencia a este.)

Cucaracha homicida dijo...

Para reforzar mi agumento anterior quería adjuntar la palabra "Timy".

Eso es todo, gracias.

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

Señor Homicida:

Totalemnte en desacuerdo. Bajo que cirterios consideras mejores a Dovstoyeski y Unamuno que a Pio Moa y a un guionista de teleseries de bajo presupuesto:

1- ¿Porque te gusta más?
2- ¿Porque puedes enocntrar a los dos ultimos en una colección de literatura universal que se vende por fasciculos en tu quiosco mas cercano? Vamos, aquellos consagrados por "la critica".
3- Porque el tiempo "pone a cada uno en su lugar".

Creer que algo objetivamente es mejor, sobretodo en esta clase de asuntos, es la base fundamental que nuestros queridos amigos decimononicos tenían para dejar entrar o no a x cuadros en las galerias de arte parisinas, por no hacer más alusiones feas y demagogicas.

Así que, puntualizando, no creo que nada apeste. En cualquier caso TE apesta.

P.d: Y si, Timmy, NOS apesta.
P.d: Jean Jaques... has hecho mucho daño

Cucaracha homicida dijo...

No, no me malinterpretes. Para empezar, a mi Dostoievski no me gusta.

Al margen de cualquier superprogrecrítica del palo historicista/estructuralista/relativista/panarabista, de lo que estaba hablando; la duda ofende; es de que el consabido conglomerado de circunstancias, lo que viene a ser un contexto histórico, ha ido configurando lo que a grandes rasgos podríamos denominar como la calidad literaria.
Tema por supuesto complicado, del que no soy yo ni mucho menos un experto. Faltaría más. Por supuesto que no hay un cánon universal y objetivo, ni una vara de medir la calidad literaria; pero no por ello dejo de creer que los señores antes citados; es decir los a día de hoy aclamados Coehlo y Mirambell se comerán una mierda como la copa de un pino el día de mañana.

¿Qué me dices de la originalidad, dentro de su propio contexto of course, de la genialidad estructural y de la complejidad del trasfondo en las novelas de Núria Roca? Si además tenía un prólogo pretencioso, joder...

No obstante, ya que estamos en farina y que vengo calentico del Literary Studies, diré también que El pequeño Nicolás es dios y que el Pompidou está muy rico. Y que Ingoldsby vende menos libros que Octavio Paz, quizá por temas de mercado (quizás no, seguro), pero que Paz es la mierda y el irlandés un tipo estupendo.


Sólo hay algo peor que un europeo resentidico: lo que escribe.

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

La calidad literaria. JA! Nose Homicida... pero me parece que tomas un punto medio nada coherente. Por un lado dices que no hay una vara de medir. Por otro lado mides.

Si tu quieres creer en esas cosas, como tu bien dices en tu comentario, demuestras lo que decía. No peudes explicar objetivamente que uno sea mejor que otro, sin embargo quieres creerlo así... resulta mas comodo pensar que uno tiene razones, no lo dudo.

Aunque si quieres que te diga la verdad me parece una falta de pelotas lo que viene siendo el buscar una justificación extrapersonal de las propias decisiones. Demasiada humildad, demasiado miedo, y demasiado respeto por las estatuas de la cultura y la civilización.

Ah, y no me refiero a que Nuria vende más libros hablando de como practica el sexo telefónico. El exito de mercado no significa nada. La opinion consensuada de una camarilla ilustrada tampoco. Las opiniones de la masa tampoco. Ni tampoco la opinion de un segundo. Solo las propias. Vaya por lo menos para mí.

Cucaracha homicida dijo...

Por supuesto que tomo un punto medio nada coherente. Dios me libre de hacer algún día algo diferente, maldito sindicalista dialéctico de los cojones.
No defiendo ningun determinismo literario, ni una raza literaria perfecta, ni una especie bibliosuperior, tampoco un órden supremo para ordenar los libros.

Solo intento recalcar que A PESAR del relativismo todo-vale en el que te apoyas (tú que, junto conmigo, tanta mierda has soltado) en el plano académico, que es el que ahora mismo por suerto o por desgracia me afecta, se ha hecho una necesidad espaciotemporal, querido, la selección de las obras.
No significa que las obras escogidas sean intocables, perfectas, radiantes. Significan que por ciertas circunstancias aquellos que el sistema ha dotado con la capacidad de decisión al respecto (la camarilla ilustrada) las consideran oportunas, más representativas, etc...
Ese tipo de decisiones a largo plazo se va encajando en la cultura popular.

Claro que no puedo explicar objetivamente la calidad de unos u otros. Si acaso, a nivel técnico -algo con lo que no se nace, bien lo sabemos-, que no es poco. Se pueden, no obstante, destacar obras por su apuesta formal "Rayuela", "Pedro Páramo" o "2666", que ya solo en ese cierto aspecto aportan un algo de frescura enfrente a otras novelas del mismo siglo. No deja de ser irrelevante, pero es una cualidad desde la cual valorar algunas de las obras. Por consenso, por acuerdo, sin ánimo de categorizar el universo.

Y una vez metidas en la cultura popular, el sistema paga todo un sistema educativo para que tú y yo vengamos aquí a soltar mierda sobre ello mientras nos crece la barba (disfruto con ello).

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

A eso me referia joder, exactamente a eso. Es todo consenso y autoridad. No el otorgo ninguna validez.

Y porcierto, se cometen muchos defectos en el lenguaje, como se el no recordar nuestro papel de emisor en las categorizaciones sobre algo. Pero hay que tener siempre presente el sujeto emisor como elemnto subjetivo. Siempre que dije "esto es una mierda" queria decir "esto me parece una soberana mierda". Nunca pense que el mundo era mi ombligo, sin embargo tampoco dije que mi ombligo no estaba en mi primer puesto de la escala de valores. De hecho:

Porfavor no me mires así
sabes que estoy hacinedo lo mejor
Bueno es cierto lo hago por mi
pero es no me importa nadie más que yo


No tengamos miedo a reconocer nuestra subjetividad, y nuestra parcialidad, nuestra implicación directa en los hechos.

Anónimo dijo...

pariendo de que el relativismo apesta (quien sabe.....). Sobre el relato, que parecía ser sobre lo que había que hablar aquí (para obviar otros temas... o no?), diré que me parece tópico. Con algunos punos de originalidad, pero en el fondo lleno de tópicos... si era un ejercicio de escritura sobre tópicos me parece cojonudo.

Anónimo dijo...

Secundo a Marc. Si no fuese por la última frase...

"Pero ahora que lo pienso no, nada más típico que un chico y una chica que se creen enamorados en verano, en París."

... me le iban a llamar como guionista para "18" pero ya.

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

Eh! oingan ustedes!

Creo que la forma no era de un guionista de 18. Qu además del tema esta la forma... vamos que si consideran que la forma también...

Respetando con todo mi amor a aquellos los que nos hacen reir y llorar con esa gran serie... Se cuenta una historia sobre algo disfrazado de amor en dos personas nada especiales en París.

Advierto que no era una ejercicio de topicos, pero tampoco trataba de ser una historia original. Pero de lo no original a lo cutre y falto de cualquier conexión con la vida como me parece que le ocurre a 18... pues creo que hay un trecho.

De todas formas, trataré de meter un par de explosiones y un veterano de Viethnam para la próxima historia.

Anónimo dijo...

jajajajajaajaa!!!

pero que discusiones que os llevais madre!


Creo que la gracia del relato es la utilización de lugares comunes...sitaciones comunes...pero, para mi, con una vuelta de tuerca. Es decir, plantea una pareja, en Paris y e verano...pero dandoles un toque de mundanidad y quitandole, a mi parecer, todo el "romanticismo" que podria parecer en el planteamiento, con el uso, por ejemplo, de la cerveza o los pistachos. Un guion de la serie 18 tendria vino y cruasanes.

Es mi opnion.

Quim dijo...

maravilloso sentirte único en una ciudad que se ha llevado su encanto de vacaciones, entre masas ovejiles de turistas pálidos y monumentos standard!