miércoles, 26 de noviembre de 2008

Gris

-salgamos de este agujero Josías, antes de que sea demasiado tarde-

Ya no existe el Jazz, tan solo en los discos viejos y en los caros recopilatorios bien señalados y re-etiquetados que podemos encontrar en la Fnac. Yo nunca conocí el Jazz, (ni tampoco un verdadero hippy), no conocí su ambiente, su real impacto. Nada, no queda nada de eso. Imagino lo que fue, me lo imagino. Lo adapto desde y hacia mi punto de vista subjetivo. Lo convierto en un totem irreal, mítico, falso, y lo asocio con lo que me da la gana para terminar de corromperlo: con el cine negro, el tabaco rubio, las medias de seda, el cara o cruz, los gatos, y la planta intermedia de un parking. Y oh si, todo confluye, y hoy es un día tremendamente Jazz.

Para empezar es invierno (las estaciones del año, señor Millagui, son vitales, y al igual que los chinos vinculaban una parte del cuerpo a una estación y a un punto cardinal, yo digo que el jazz es para el otoño-invierno, y a electrónica para el verano), y esta nublado, amenaza con llover, pero todo se queda en mera palabreria. Se dice que no lejos si sucede, y la nieve cae a 1000 metros sobre el mar. Hace frío, lo va a seguir haciendo. Entre la planta de caja del parking y el 3er sótano, una tubería deja escapar agua, que a la chita callando forma un charco bastante considerable que es chafado por un felino que corre de debajo de un Volvo hacia unos cubos de basura. Puro jazz, puro jazz. No se oyen saxofones y no hacen falta.

Mi padre paga el parking. Quiero y no quiero imaginarmela en mi cuarto. Finalmente salimos de ahí en el coche, hacia lo gris (el color de la luz los días nublados), y sale de nuevo cara.

El parking (por el mero hecho d que el escritor así lo dice) permanece ahí, con sus ojos de gato y sus charcos. El señor de la garita, Vicente, permanece en su puesto. Así lo hará hasta que acabe su turno. Le gusta su garita, esta cómodo. No se pone la radio, ni la tele, no lee los periódicos. Es tan singular llamativo y entrañable como los símbolos de falange en las viejas placas de las viviendas de protección oficial. Se le nota consumido, plagado de arrugas, con el gesto muy serio, y un bigote adoc. Tiene tabaco, y un mechero gris de propaganda, pero no sé si fuma. Es feliz. En realidad creo que todo se la trae bastante floja. No creo que piense en su jubilación, y mucho menos en como nadie le retrate a sus espaldas. Él sencillamente está ahí, manteniendo una relación atemporal e indiferente con el mundo.

El reloj marca as cuatro, y un rayo bien definido de luz entra por la rampa. Lo mira con displicencia. No lo necesita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"La electrónica es para el verano." Qué no haría el Garci con tal título.

Con las primeras líneas, me preguntaba cuál era tu concepto de "salir del agujero". Luego lo he entendido.

Anónimo dijo...

Señor Gonzalez Parker:

Le aseguro que no tiene ni idea.
Muajajajaja

Mitrofán y la burbuja inmobiliaria dijo...

Eyyy, un saludo oficial a tu blog :P