jueves, 6 de noviembre de 2008

Microrelato




Lo miserable desde la teoría de la relatividad. Tú, antes en una plaza, con algunas botellas avalando tus decisiones. Caminas hacia un punto objetivo, hacia unos ojos verdes en concreto. Te miras bien. Admites que hay algo de mediocridad, algo de sulfato básico detectable. Pero has elegido precisamente ese objetivo por la falta de criterio, te las sabes todas. Contienes una carcajada, en una capital europea, quizás Madrid, la mujer de tu vida comparte cama con cuatro compañeros del trabajo. Qué más da, esta noche -solo por esta noche- Juan Pablo Castel y César Vallejo se dan la mano, como si llegara el momento de hacerse viejo. Ha habido suerte.

Tus amigos piensan que nada de lo que dices es cierto hasta que lo escribes. Entre el ruido y la furia de los ferrocarriles el camino a casa con la persona equivocada puede ser desastroso. Eso no lo sabías.
Recuerdas las palabras del aburrido Faulkner. The world is still. How still it is. El metro tarda demasiado en llegar a tu parada. La chica que te acompaña se ha quedado dormida. Es el problema de las segundas opiniones: demasiado tiempo para pensar. Sales sin despertarla. La próxima vez asegúrate de que no haya demasiada luz, la gente es propensa al arrepentimiento.

2 comentarios:

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov) dijo...

Me alegro tanto de volver a verte...

Anónimo dijo...

Nada de lo que dices es cierto hasta que lo escribes. Pues así es. Menos mal que está escrito.

Id con Dios en vuestra inverosímil ciudad.