domingo, 1 de abril de 2007

El devenir acecha en cada esquina

Debía andarse con cuidado. Había derrochado los otros dos deseos en amigos y mujeres fáciles sin que aquello le proporcionase una completa satisfacción. En el fondo añoraba la vida apartada de todo, aquella vida en la que volver a casa borracho con un número de teléfono en el bolsillo era todo cuanto necesitaba.Para colmo, todo aquel tiempo sin pintar comenzaba a socavar su conciencia; todas las láminas que contenían sus dibujos y bocetos se habían quedado en su antigua habitación, entre las paredes que contenían toda la vida que había dejado atrás.
Una mañana soleada, paseando por un barrio tranquilo de una ciudad cuyo nombre ni siquiera recordaba, se detuvo ante el escaparate de una heladería. Rápidamente sacó la lámpara mágica de la mochila y frotó. De ella surgió un genio maravilloso de cuerpo azul intenso, a excepción del negrísimo y espeso bigote.
-¿Ya sabes qué quieres?- preguntó el genio, tras un sonoro bostezo.
-Rápido, dame una cuchara- contestó el chico sin dejar de despegar su cara del cristal de la heladería.
-¿Una cuchara? ¿¡Tio, tu último deseo es una cuchara!?
-Te digo que saques la puñetera cuchara y te largues.
Algo airado (ya se sabe como son los genios maravillosos), el genio hizo aparecer una sencilla cuchara de metal en el bolsillo del chico, que se metió corriendo en la heladería con la cuchara en ristre.
A pesar de que el genio estaba bastante mosqueado, la curiosidad pudo al enfado y se quedó a observar a través del cristal como el chico se sentaba en la mesa con una chica pelirroja de ojos verdes, algo más joven que él, que estaba comiendo un helado.Con una sonrisa preciosa, ella le ofreció probar el helado y enseguida comenzaron a hablar. El genio contempló atónito como los dos charlaban como si se conociesen de toda la vida hasta que, de repente, el chico se levantó bruscamente y se dirigió hacia fuera.
-¿Ahora qué? -preguntó el genio, todavía algo molesto.
-Iba todo bien hasta que me contó que lee a Kant.
-Mierda tio, tienes que dejar eso, no puedes andar por ahí enamorándote cada dos por tres.
-Esta vez parecía perfecta, te juro que estaba convencido. Era ella.
-Anoche dijiste exactamente lo mismo con aquella rubia. Eres un sentimentalista de mierda, vamos, te voy a llevar a un bar.
-Creía que solo eran 3 deseos.
-Nunca había visto a alguien desperdiciar el último deseo de esa manera, esta vez invita la casa.

Cucaracha homicida(G. Kovitz)

3 comentarios:

Cucaracha homicida dijo...

Por cierto, la foto es de Safrika ( http://safrika.blogspot.com/ ). Está puesta sin su permiso, espero me perdone.

safrika señorita dijo...

Toda tuya, sales muy guapo!

Anónimo dijo...

y a mi que me gusta éste,
quizá la magia,
quizá la realidad,
quizá El Genio.