martes, 3 de abril de 2007

Primeras Veces

Te soplas el flequillo hacia arriba. Ya hemos terminado, por fin, y te das cuneta de que eso de las primeras veces no es para tanto. Confuso, y todo pasa tan rápido que casi ha sido decepcionante. No notas ni la satisfacción ni la adrenalina de la que te habían hablado. De hecho te ha resultado sumamente frío e impersonal.

-Es el síndrome de París, eso que les pasa a los turistas japoneses cuando la visitan, se la imaginaban más grande, más monumental, más limpia... y luego, no se, simplemente, no te lo esperabas de esta forma. Pero tranquilo, así son las primeras veces, generalmente traumáticas. Luego le coges la gracia, y es mucho mejor de cómo te lo cuenta, y de cómo te lo habías imaginado, solo que diferente.

La radio esta a todo volumen. Suena Camarón de la Isla. Como ha resultado que al final ha sido rápido ni siquiera ha hecho falta que el disco suene más de una vez. Estas ausente, miras al suelo, y acaricias el crucifijo que te regaló tu abuela antes de morir. No te apetece estar más por aquí. Que conste que a mi tampoco. Además no tenemos todo el tiempo del mundo. Así que coges el maletín negro lleno de cocaína y como si no hubiera pasado nada salimos de la parte de atrás de aquel antro.

Cruzamos entre guiris y gente de aquí y allá, conocidos, pero nadie nos saluda porque no es difícil adivinar de donde veníamos. Todos conocían al dueño, a sus trapicheos y sus deudas. Me deja sorprendido como te lo estás tomando, incluso miras a la bailaora un buen rato antes de que salgamos. Al subir al coche me devuelves la pistola que te he dejado antes de entrar.

- Quedatela, es un regalo. Como recuerdo de tu primera vez.

Cucaracha Amarilla (Vladimir Poliakov)

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